Algunas veces, cuando hacemos algo por otras personas, lo hacemos desinteresadamente. Es decir, lo hacemos porque así nos nace, nos parece que es lo mejor y lo hacemos por el amor que sentimos. Nuestro aporte es sincero y auténtico. “Dar sin esperar” aparece inmediatamente
Otras veces, cuando hacemos algo o cuando ocurren acontecimientos excepcionales, esperamos que ciertas personas que se han visto beneficiadas por nuestro accionar anteriormente, respondan de una manera favorable hacia nosotros. Si esto no ocurre así, nos podemos sentir decepcionados o desilusionados. Entonces, cabe cuestionar si nuestro accionar original tenía una intención desinteresada o no.
Seguramente, la respuesta variará en cada caso particular. Lo importante es destacar qué nos motiva a tomar acción en cualquier de los dos casos.
¿Qué es lo que origina estas diferencias?
La diferencia entre esas situaciones radica en el origen de nuestra primera acción hacia esas personas. Si realizamos algo por otro, desde el amor, la compasión y con integridad, vamos a dar sin esperar nada a cambio.
Sin embargo, cuando generamos una acción hacia una persona, desde el miedo a lo que podría pasar si no lo hacemos o desde la conveniencia de hacerlo para obtener un beneficio posterior, al no recibir una respuesta acorde a nuestras expectativas, aparecen las sensaciones incómodas y los pensamientos pesimistas. Puede estar acompañados de frustración, sensación de rechazo, desinterés e incluso, nos puede invadir una sensación de traición.
Llevarnos desde la segunda situación a la primera, requiere el entrenamiento de habilidades como la generosidad, la compasión y el altruismo. Además, habrá que cultivar el amor propio y la gestión emocional para reconocer las verdaderas motivaciones que nos impulsan a accionar de determinada manera, en una primera instancia.
Los estudios neurocientíficos acerca de la bondad
La neurociencia confirma que la bondad es innata. Junto con la bondad, aparecen la generosidad, la empatía, la compasión y el altruismo. Cada una presenta un circuito neuronal determinado en el cerebro.
Son varios los neurocientíficos alrededor del mundo que se han dedicado a estudiar estas habilidades. Entre ellos, nos encontramos con un estudio de la Universidad de Columbia Británica, que ha trabajado con bebés entre 3 meses y dos años.
Resumidamente, se les mostraba una obra de títeres donde un perrito trataba de cargar una bolsita pesada, un osito lo ayudaba y un conejito le tironeaba de la bolsa hacia abajo, impidiéndole avanzar tanto como deseaba. Los resultados confirman que más del 80% de los infantes mostraron preferencia por el títere amable.
Otro estudio fue realizado por el Dr Richard Davidson, psicólogo y neurocientífico de la Universidad de Wisconsin. Un experimento diferente realizado con bebés de 6 meses llegó a las mismas conclusiones.
Se les mostró un video donde un triangulito intenta subir una cuesta, un círculo le ayuda y logra llegar a la cima. Mostrándose feliz por haberlo logrado, el triangulito es impulsado cuesta abajo por un cuadrado. Los resultados son unánimes. Los chicos sonríen ante el logro el triangulito y se ponen serios o lloran ante el accionar malvado del cuadrado.
El aporte de los expertos
El Dr. Facundo Manes, neurocientífico argentino, expresó que “Ser generoso produce una sensación de bienestar porque activa un circuito neuronal asociado al placer y la recompensa, además de activar químicos asociados a la felicidad, como la dopamina y la oxitocina”.
Estas habilidades nos permiten prosperar. A través de ellas logramos balancear la libertad individual y la responsabilidad social.
Nutrir nuestra bondad aumenta las emociones positivas, la interacción social, retrasa el envejecimiento biológico, aumenta la resiliencia, promueve beneficios para toda la sociedad, además de disminuir las sensaciones negativas y los prejuicios sociales.
10 reflexiones para aumentar tu generosidad y dar sin esperar
Según el Dr. Richard Davidson, la generosidad y el altruismo son componentes esenciales del bienestar. A estos puntos se le suman la resiliencia, la perspectiva positiva y la atención enfocada. Como hemos mencionado anteriormente, dar sin esperar aumenta ese bienestar .
Los estudios muestran que las personas generosas tienen una mayor autoestima, son más empáticos con los demás, más confiados y cooperativos y, como consecuencia, otros están más abiertos a confiar y cooperar con ellos.
Cuando alguien hace algo positivo por nosotros, mantenemos el comportamiento generoso durante horas. Nuestros actos de compasión elevan a los demás y los hacen felices.
Al ser una habilidad, se puede entrenar, como cualquier otra inteligencia. Es por ello que desarrollaremos 10 reflexiones para dar esos primeros pasos.
Reflexión Uno
El bien común no excluye al bien individual. Buscar las mejores alternativas para satisfacer nuestros deseos y a su vez contribuir con otros, es un gran paso hacia la generosidad.
Reflexión Dos
“Hacer lo correcto es correcto, aunque nadie lo haga. Hacer lo incorrecto es incorrecto, aunque otros lo hagan”. Cuando realizamos algo que sabemos que es incorrecto, la recompensa inmediata resulta positiva, aunque estaremos perdiendo de vista que, no nos podemos engañar a nosotros misma. La sensación de haber hecho lo incorrecto será incómoda luego de que pase esa sensación fugaz de ventaja que habíamos logrado. Realizar lo correcto, acorde a nuestros valores y principios, será clave para aumentar las bondades de estas habilidades.
Reflexión Tres
Compartir actividades cotidianas con otros como cocinar o regar las plantas. El hecho de interactuar cooperativamente con otros en pequeñas tareas diarias nos permite nutrir la sensación positiva de bondad compartida.
Reflexión Cuatro
Ayudar a otro siempre que sea posible. Cuando ayudamos a alguien a cruzar la calle o cuando asistimos a un desconocido en el supermercado, nos sentimos mejor. Para el cerebro es una recompensa muy positiva.
Reflexión Cinco
Estar atento a lo que ocurre a nuestro alrededor. Para poder realizar el punto anterior, será necesario prestar atención a lo que ocurre a nuestro alrededor. Para ayudar a alguien en la puerta del edificio o devolverle a algo que se le cayó, tendremos que estar atentos a lo que ocurre.
Estos detalles no estarán disponibles si solo vamos por la calle prestando atención a nuestros pensamientos y problemas. Simplemente no vamos a darnos cuenta de lo que ocurre y omitiremos estas oportunidades.
Reflexión Seis
Reconocer el esfuerzo de los demás. Ser agradecido y recompensar el esfuerzo realizado por otras personas, es una manera más de entrenar la generosidad. Aunque algunas acciones parecieran obvias, reconocer y apreciar que se hayan realizado, será un refuerzo positivo para el que lo recibe.
Reflexión Siete
Agradecer el reconocimiento recibido. Cuando alguien es amable con nosotros y expresa un reconocimiento o un halago hacia nuestra persona, saber recibirlo es un acto de humildad. Este tipo de acciones nos permiten entrenar aún más la sensibilidad ante los demás y ciertos acontecimientos
Reflexión Ocho
Amplía la perspectiva más allá de ti. Cuando sólo nos enfocamos en los intereses personales, la perspectiva se acorta. Eso limita nuestra capacidad de ser empáticos y compasivos. Cuando nos permitimos, de manera genuina, descubrir qué más puedo hacer por los demás, eso tiene dos beneficiarios: los demás, que reciben nuestro apoyo y nosotros mismos, por las sensaciones positivas que nos provoca.
Reflexión Nueve
Nutre la conexión social con otros. Recibirás retroalimentación positiva. Interactuar con otros, apoyarlos y acompañarlos en sus procesos. Estar disponible para los demás, nos permite aumentar el altruismo. Para lograrlo será necesario contar con adecuados niveles de amor propio y autocuidado.
Reflexión Diez
Sé amable en todo momento. Poder mantenernos centrados y enfocados, aún en momentos difíciles, nos permitirá encontrar respuestas asertivas que favorecerán los avances en dichos procesos.
Comenzar a cultivar la empatía, la compasión, el altruismo y la generosidad hacia los demás será nuestro gran aporte para construir una mejor comunidad. Dar sin esperar es posible. Puedes comenzar ahora.
¡Recuerda! Los que tomamos acción, somos parte del cambio. El futuro empieza hoy, no mañana.
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Andrea Alessio
Neurocoach Profesional
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